¿Podemos detener las fake news sin sacrificar la libertad de expresión?

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"(…) desde que los seres humanos nos comunicamos de forma social podemos observar la diseminación de mitos y de noticias falsas, con y sin intenciones. Es así que luego de la muerte de Nerón, por casi 100 años muchos (y unos pocos por otros 300 años más) seguían manteniendo que este no había muerto sino fingido su muerte, y que pronto volvería al poder. Claro, esta noticia que luego se convertiría en el mito de Nero Redivirus fue aprovechada por múltiples impostores que querían tomar el poder y era considerada una realidad fáctica por muchos a través del imperio." ~Carlos Alfredo Díaz

¿Alguna vez te has detenido a ver un video sobre conspiraciones? Lo más probable es que sí, aunque sea por un par de segundos, pero sí. Uno más de los coletazos que nos dejó la pandemia es, precisamente, el darle tribuna, buscarle sentido a lo que antes descartábamos de inmediato por considerarlo fake news; sin embargo, tras vivir una pandemia a la que se le atribuye como origen el contacto murciélago-humano, todo parece ser posible.

Ilustracion representativa de como identificar una fake news

    A finales de noviembre de 2019, cerca del mercado de Huanan, en Wuhan, provincia de Hubei (China) se describe el primer caso de neumonía por un nuevo CoV, también del género beta, que inicialmente fue designado 2019-nCoV por investigadores en China. El 11 de febrero de 2020 fue renombrado como SARS-CoV-2 y la enfermedad se denomina COVID-19.

    Como hemos comentado previamente, todos los CoV que afectan al ser humano tienen su origen en diferentes animales, que a su vez pueden infectar a otros animales domésticos y desde ahí contagiar a un humano. Esto se ha demostrado mediante la presencia de anticuerpos en dichos animales. En el caso del SARS-CoV, el murciélago en herradura, familia Rhinolophidae 5, se mostró huésped natural y reservorio principal. (Zapatero Gaviria, A. y Barba Martin, R, 2023, p. 241)

Es una de las causas y, al menos, no parece una locura, ya que el ser humano es intrínsecamente curioso. Sumado a nuestra actitud cuestionadora postpandémica está el férreo e inherente sentimiento de temor. Tememos que algo o alguien nos haga daño y ese estado vulnerable y pueril hace que seamos las víctimas perfectas para la proliferación de noticias falsas.

¿Te has preguntado por qué la temática zombie sigue siendo tan exitosa? Sabemos que no es cierto, que es científicamente imposible que nos convirtamos en muertos vivientes; sin embargo, sigue pareciéndonos llamativa la idea de realidad más allá de la ficción. Bajo esa lógica, es perfectamente factible la existencia de noticias falsas; pero que existan no es el problema, es más, y tal como lo mencionamos en el epígrafe, desde tiempos remotos lo han hecho. Lo más grave es la difusión masiva sin la necesaria indagatoria: el problema es que no haya nada más tras una primera observación o un mero escaneo sin una lectura completa y comprensiva.

Una nueva era

En un capítulo del quizás más famoso médico de la industria televisiva, aparece una joven madre que lleva a su bebé enfermo en brazos para ser examinado por House. Este le pregunta por el estado de sus vacunas y ella le señala que no las tiene, porque estas no sirven para nada. El problema de ese capítulo se replicaba en el discurso de muchas personas en el período de pandemia y por supuesto que las redes sociales hicieron eco de esto. Entonces: videos “explicativos”, memes, infografías, testimonios en Instagram, etc., medios de todo tipo para promover el no vacunar a los niños.

    (…)así como nuestro cuerpo recibe la energía que consume a través de los alimentos que comemos, nuestro pensamiento también se nutre de la información que consume y esa información es la que utiliza para sentir, tomar decisiones y actuar. Nuestras opiniones, nuestros prejuicios y nuestras fromas de ver el mundo se generan, en gran medida, en base a dicha información. (…) nuestro menú informativo puede ser más o menos equilibrado, dependiendo de cómo lo conformemos. Podemos pasarnos nuestra vida comiendo comida chatarra o consumiendo noticias falsas y compartiendo teorías conspirativas en WhatsApp y en nuestras redes, o bien podemos agregar alimentos nutritivos y noticias de medios profesionales y con diversidad de opiniones que nos permitan objetar y ampliar la mirada. (García, María Laura, 2023)

El combatir las fake news y la desinformación en general parece haberse convertido en la nueva batalla de nuestra época (recordemos que, incluso, se propuso crear un Ministerio al respecto). Ahora bien, ¿se puede?, ¿cómo podemos mantener una Internet con la libertad de expresión en el centro sin la generación de fakenews? Paradójicamente, vivimos en la era de la información, pero ya no podemos confiar en esta.

Ilustracion representativa de la nueva era y como vienen las fake news en ella

Tenemos todos los medios para informarnos, mas parecen desinformarnos. Claramente, el lenguaje tampoco contribuye, pues el uso de la traducción literal “noticias falsas” se aplica a todo tipo de contenido que ni siquiera puede hacerse pasar por noticia y tampoco puede concebirse como falso, porque no es que carezca totalmente de verdad, sino que es engañoso.

    Muchas veces, la información que algunos “autores” ponen en la red es poco fiable, débilmente sustentable, o bien, es selectiva, ya que sólo se pone una parte del texto o noticia que puede sesgar la interpretación del contenido, según el lector o los intereses de quien hizo el corte de partes de la pieza completa, lo que distorsiona, manipula y mal informa a los grupos sociales, ya sean académicos, empresarios, obreros, estudiantes o público en general. Estas acciones pueden ser premeditadas o producto de la mal entendida pronta reacción de quienes registran la información sin previa verificación de los datos, y/o por pereza y comodidad del que la recibe y la usa sin cuestionarse el contenido, sin plantearse que puede haber otras versiones del mismo hecho. Este fenómeno de desinformación por versiones incompletas, o que están fuera de contexto, conforma canales de dos vías que se complementan en la debilidad del producto final: a) el que construye la pieza informativa, la emite la distribuye y la difunde, y b) el que la recibe, la utiliza, con o sin verificación, el que no cuestiona su contenido ni lo confronta. (Campos, E. M., 2019, p. 85).

Perfectamente legal

Pese a la gravedad que supone el dejar de vacunar a los niños por la carencia de inmunización que se presentaría en su sistema; no es ilegal. Tal como lo lees, no es ilegal difundir ese tipo de ideas, ¿sabes por qué? Porque no se trata de imágenes de abuso sexual infantil o contenido que incite a la violencia, o sea, no está tipificado como delito o falta. En nuestro país y en gran parte del mundo es perfectamente legal publicar una mentira descabellada.

    Chile no cuenta con regulación que tipifique y/o sancione la desinformación. De hecho, sólo se halló una mención dentro de la Política de Defensa Nacional 2020 (Decreto 4, del Ministerio de Defensa Nacional) como parte de las amenazas de naturaleza híbrida no convencionales), además de la creación de la “Comisión Asesora contra la Desinformación”36, por el Decreto N° 12 publicado el 20 de junio de 2023, del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. (…)
    Al mes de julio de 2023 se están tramitando nueve proyectos de ley que buscan regular noticias falsas o desinformación. (Weidenslaufer C. y Roberts, R., 2023, p. 10)

Incluso, el mismísimo Mark Zuckerberg pidió una regulación global para moderar el discurso, pero, al igual que todos quienes se han manifestado al respecto, sin aclarar o establecer concretamente qué entiende, qué se entiende y qué debiésemos entender por contenido "inapropiado" o "dañino". Una vez más nos enfrentamos a la dicotomía ¿qué sí y qué no?

    Creo que necesitamos un papel más activo de los gobiernos y los reguladores. Al actualizar las reglas de Internet, podemos preservar lo mejor de Internet: la libertad de las personas para expresarse y de los empresarios para construir cosas nuevas, y al mismo tiempo proteger a la sociedad de daños más amplios.
    Por lo que he aprendido, creo que necesitamos nuevas regulaciones en cuatro áreas: contenido dañino, integridad electoral, privacidad y portabilidad de datos. (Zuckerberg, Mark, 2019)

La responsabilidad de las redes sociales

Lo más fácil siempre es atribuirle toda la responsabilidad a un tercero y, en este caso, resulta mejor aún cuando hablamos de gigantes de los medios que debiesen contar con equipos, herramientas, aplicaciones, infraestructura, etc., etc., para actuar como filtros de verdad. En nuestro blog anterior: ¿Cómo se mantiene limpio Internet? hablamos sobre el rol que desempeñan los moderadores de contenido; mas determinar qué es falso no está dentro de sus prioridades y es perfectamente entendible, considerando la enorme cantidad de contenido explícitamente violento que deben eliminar de la web.

La solución entonces sí o sí es a escala global, ¿difícil? Indudablemente, pero las plataformas están acostumbradas a operar a ese nivel y claro que realizan esfuerzos en ello. Aunque también la mayoría de nosotros no estaría muy contento con que estas corporaciones definan qué es cierto y qué no, pues pese a la publicación periódica de informes de transparencia no hay forma alguna de que podamos verificar de forma independiente lo que realmente están señalando.

Ilustracion representativa de como influyen las redes sociales en las fake news

El rol de las figuras públicas

No colaboran, definitivamente, no colaboran. Los medios de comunicación y las figuras políticas, académicas o del mundo del entretenimiento, pudiendo desempeñar un papel crucial, se han dedicado a ampliar y difundir rumores y conspiraciones cuando quieren. Ellos al igual que nosotros (muchas veces inocentemente) solo estamos aumentando la contaminación de desinformación.

Se ha precisado que la regulación a nivel mundial es la clave en términos de limpieza de nuestro ecosistema de información. No obstante, la poca credibilidad, la pésima reputación y la transversal falta de confianza en la esfera política hacen que sea aún más complejo el creer en un filtro desprovisto de intereses particulares. El solo hecho de concebir que el poder de la información radicaría en este grupo de privilegiados nos hace mostrarnos recelosos y dubitativos. De ahí la idea de que necesitamos una respuesta global, no nacional.

Una solución simple

Tal vez la respuesta sea mucho más simple de lo que creemos: somos nosotros. Y sí, se puede. El mayor ejemplo de esto es Wikipedia. ¿Sabías que son personas comunes y corrientes quienes editan la información de la enciclopedia virtual más usada del mundo? Así es. Claramente, no es un sistema perfecto, pero sí nos ha demostrado que con el trabajo adecuado, una visión macro y, sobre todo, mucha transparencia, se puede construir algo en Internet por personas para personas y con bastante confianza. La idea es insistir en la premisa de que no debemos quedarnos nunca con la primera fuente de información, menos si está llena de publicidad.

Creer que un tercero solucionará el problema es una espera estéril; hay gente muy inteligente en todo el mundo trabajando en estos desafíos diariamente. Este mismo artículo supone esa idea. Hay muchas organizaciones que están trabajando con redacciones normalmente competitivas en todo el mundo para desarrollar programas de investigación y colaboración. Sin ir más lejos, los educadores de todo el mundo están probando diferentes técnicas para encontrar formas de hacer que las personas sean críticas con el contenido que consumen. Todos estos esfuerzos son increíbles; la cadena de la educación siempre será una respuesta suficiente, solo que requiere tiempo. Al final, en comunidad podemos reconstruir el bien común que es el uso de la información.

Escrito por: Katherine Hernández Gaete.

Diseño: Valentina Núñez Grandón.

FUENTES:

Campos, E. M. (2019). Desinformación en la Sociedad de la Información y el Conocimiento. La posverdad y las noticias falsas: el uso ético de la información, 81-109.

García, M. L. (2023). Desafío Digital, El: Informarse, Pensar Y Decidir Libremente En La Era Cibernética. Ediciones Granica.

Weidenslaufer, C. y Roberts, R. (Julio, 2023). Regulación de las noticias falsas en Chile y en el derecho comparado. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. 1-36.

Zapatero Gaviria, A. y Barba Martin, R. (2023). ¿Qué sabemos del origen del COVID-19 tres años después? Revista Clínica Española, 223(4), 240-243. https://doi.org/10.1016/j.rce.2023.02.002